Por: Sem. Alfredo Acosta Solís |
Primero de Filosofía |

“Sacros Lateran eccles ómnium urbis et orbis ecclesiarum mater et caput” así se lee en la fachada de la Basílica principal de Roma y del mundo, a saber: “Iglesia sagrada de Letrán, de entre todas las iglesias en la ciudad y el mundo, la Madre y la Cabeza”, esta fue la primera basílica cristiana poco después del final de las persecuciones contra los cristianos, al comienzo del siglo IV, y es la principal de las cuatro basílicas mayores, ya que el Papa es quien la gobierna como Obispo de Roma.
Su historia relata que perteneció a una familia de nobles a la que se le debe su nombre, y fue obsequiada a Constantino que a su vez, después de haber sido bautizado, la obsequio al Papa para que en ella erigiera la catedral de Roma. La Basílica fue terminada en el tiempo del Papa Silvestre I y consagrada por él en 324. Esto quiere decir que la sede episcopal del obispo de Roma, es decir, del papa, no es el Vaticano, sino esta iglesia. Es por lo tanto la catedral de Roma.
Se le llama Basílica del Divino Salvador, porque según la tradición cuando fue nuevamente consagrada, el 9 de noviembre del año 787, una imagen del Salvador, al ser golpeada por un judío, derramó sangre; en recuerdo de ese hecho se le puso ese nuevo nombre. Originariamente era la Basílica de San Juan (de Letrán); tiene dos capillas dedicadas la una a San Juan Bautista y la otra a San Juan Evangelista. La Iglesia al celebrar la fiesta de la dedicación de esta Basílica recuerda que el ministerio del Papa, sucesor de Pedro, constituye el principio y la unidad de los católicos.