“Jóvenes: nunca se desanimen, no pierdan la confianza, no dejen que la esperanza se apague”
Por: Sem. Jesús Ramón Martínez Longoria. | Segundo de Filosofía. |
Jesús Ramón Martínez Longoria
Atendiendo a la invitación que el Papa Francisco realizó a los jóvenes en la JMJ de Río de Janeiro en 2013, inicio este año de apostolado en el departamento de Pastoral Juvenil. Después de haber pertenecido por más de cuatro años a un grupo juvenil parroquial, posteriormente haber iniciado la formación sacerdotal en nuestro seminario; vuelvo nuevamente a pisar estos terrenos que me ayudaron en el crecimiento humano y cristiano, en la maduración de la fe y la propia vocación.
En principio no fue fácil; ver caras nuevas, realidades distintas, problemáticas fuertes y bastante arraigadas. Sin embargo, conservan ese deseo ardiente de amar y servir al prójimo, que es propio del joven. Y esa precisamente fue la primera motivación, pero… ¿Cómo lograrlo? –Cuestionaba– “son jóvenes” –respondía–. Sólo dando ejemplo con la palabra (profesión de la fe) y con hechos (obras de misericordia, principalmente), como dice el apóstol Santiago: “Con mis obras te demostraré mi fe.”
No veo otro camino mejor; claro, manteniendo un acompañamiento cercano y constante, poco a poco brotan los primeros frutos. Me siento llamado a fortalecer y consolidar aún más, esta parte de nuestra Iglesia diocesana para construir una autentica civilización del amor, como ya lo sugería el ahora Santo, Juan Pablo II.
El reto es interesante. Más, creo que con el apoyo del seminarista Agustín de la Cruz, compañero y hermano de apostolado; asesorados conjuntamente por el Pbro. Lisandro Torres, coordinador diocesano de la pastoral juvenil y con la oración que tú, querido lector, elevas a nuestro buen Dios, pidiendo por la juventud de nuestra amada Diócesis de Matamoros podremos seguir adelante con esta propuesta evangelizadora; siendo a su vez, llevada a buen término para mayor gloria de Dios.